sábado, mayo 15, 2010

Relato INTITULADO de Agustín Pandini


Sucedió en la madrugada, alrededor de las 3 am. Yo estaba en mi pieza, leyendo las últimas decenas de páginas de un libro que me estaba absorbiendo el alma. El resto de la vida en la casa dormía.

De repente, un ruido en el patio me arrancó la cara de las hojas: un caer de algo al suelo. Asomé un ojo por la ventana. Sólo se veía la calma habitual. Volví a sumergirme en las letras negras de aquellos pedazos de papeles. Al rato, la persiana comenzó a gritar como si alguien la zamarreara e intentase violar. Esta vez, no me animé a otra cosa más que a cerrar mis oídos y continuar con la lectura. De alguna manera me enteré lo que prosiguió: la persiana destruida, el ventanal por el que se salía al patio sufrió la misma suerte; dos o tres personas entraron riendo amotivadamente; mi madre corrió desesperadamente al teléfono y cuando la dedo comenzó discar, la pistola sonó tres veces y el cuerpo cayó como una bolsa de papas. Luego los pasos se dirigieron hacia la habitación de mis hermanas e instantáneamente comenzó el griterío: de golpes, de sexo, de muerte. Sólo quedaba una última habitación por visitar. Golpearon irónicamente amables antes de derribar la puerta a patadas, aunque estaba cerrada sin cerrojo. Yo estaba sentado frente al escritorio, de espalda a ellos. Sé que me gritaron, aunque no pude escucharlos. Me tomaron de los pelos arrojándome al suelo. No llegué a contar los puntapiés que recibí, tanto en el estómago, como en la cabeza e ingle, pero sé que superaron las dos decenas; o al menos así se sintió. Al cargador le quedaban unas seis, quizá siete balas y gatillaron carcajeantes, aún después de que no salieran más balas del cañón. Al finalizar, abrieron la puerta que daba a la calle y salieron cantando una desconocida canción en inglés.

Me levanté, me senté nuevamente frente al libro. Miré una última vez hacia mi espalda: allí yacía mi cuerpo en un gran charco de violencia roja. Luego continué mi lectura hasta finalizarla.

AGUSTÍN PANDINI, Olavarría, Argentina.-

2 comentarios:

  1. Grata y asombrosamente te aplaudo, querido Agus... muy bueno tu relato de realismo mágico. De hecho, toda la historia, es una epifanía.

    Un abrazo y felicitaciones también al Songuito por la fotografía que acompaña.

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  2. Sí, es oportuno felicitar a Agus, y también reconocer que la imagen la ha proporcionado él mismo.

    Doble acierto.

    Gracias por la visita habitual mi hermano, don Juanca

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