
EL TOPOS URANOS
A Lbricias...
El cuento preferido de Platón se titula: "El Topos Uranos"; su subtítulo es "Reminiscencias".
Nos cuenta este cuento...
"Las almas humanas, antes de vivir en este mundo miserable y de alojarse cada una de ellas en estos envases de piel que se llaman "seres humanos" o "cuerpos de hombre", vivieron en otro mundo, vivieron en un mundo donde no hay hombres, ni cosas sólidas, ni colores, no olores, ni políticos, ni nada que transite y cambie, ni nada que fluya en el tiempo y el espacio. Vivieron en un mundo de puras esencias intelectuales, en el mundo de las ideas -un mundo que Platón denominó Topos Uranos-. Es el mundo que metafóricamente está en un lugar celeste donde viven las almas puras en perpetua contemplación de las bellezas inmarcesibles de las ideas, conociendo la verdad absoluta sin esfuerzo alguno porque la tienen intuitivamente delante, justo al borde de la punta de la narizota; sin nacer ni morir; en pura eternidad. En el Topos Uranos no hay hospitales, ni comisarías, ni dependencias de Registro de las Personas, ni nada... No hay medias tres cuarto, ni relojes, ni persianas, nada... Sólo almas, ideas y gorriones volando en el aire. Por supuesto, en el Topos Uranos no hay señales de tránsito ni semáforos, nada... Tampoco tornillos o panqueques de dulce de leche, repollitos de Bruselas e incluso de Udaquiola, Provincia de Buenos Aires.
Pero, esas almas, de tanto en tanto, y nadie se imagina por qué, deciden venir a la tierra y se alojan en un cuerpo humano porque se aburren o porque son masoquistas. O quizás porque son fanáticas de los panqueques de dulce de leche. Y le dan vida a ese cuerpo. Entonces, al estar ahora en este mundo se someten a las condiciones en que se desenvuelve la vida en la tierra, a las condiciones del nacer y del morir, del dolor y del sufrimiento, del sufrir y de la venganza, del votar y la impotencia del engaño, del amar y la impotencia del ansioso. Las almas se exponen a la brevedad de la vida. Se terminó el asunto de las ideas, las almas y los gorriones flotando por encima de la nada (aunque muchos de estos últimos se vinieron para acá con Sarmiento), de las Mary Poppins y de las mariposas. Y estas almas, en semejante condiciones desfavorables, olvidan las ideas que conocieron cuando estaban en el Topos Uranos. La ignorancia y la intolerancia las invade y se ponen más idiotas, lelas e idas.
Sin embargo, aún cuando ahora son almas tarambanas capaces de generar únicamente ideas turulatas, como durante cierto tiempo estuvieron en el Topos Uranos, se esfuerzan en demasía y pregunta va pregunta viene logran recordar del fondo del olvido, por medio de la reminiscencia, el mágico atisbo o al menos algún vago recuerdo de aquellas maravillosas ideas cuasi perdidas...".
Una vez que Platón cuenta este cuento (y no vayan a creer que este filósofo cree en todo esto), a otros pensadores y amigos en cierta ocasión y en Atenas, éstos quedan perplejos, ciertamente recelosos.
Le dicen al unísono:
- Usted, Don Platón, nos está tomando el pelo a pesar de que todos los aquí presentes somos unos buenos pelados.
Entonces el filósofo les dice a ellos, a los bondadosos calvos:
- Por supuesto que no y os lo voy a demostrar en este preciso momento. Es más, mirad para allí; mirad, no debéis ser tan timoratos, os ruego...
Justamente venía caminando hacia el grupo uno de los esclavos sexuales de uno de los pensadores presentes, de nombre Menón, quien era como las masitas, pero algo más alocado. Tiene quince años y lindo cuerpo. Es rubio y sus ojos son celestes. Platón, mientras observa los ojos lujuriosos del propietario de Menón que lo ve venir, interrumpe el furioso flujo de adrenalina que raudamente recorre las venas del filósofo depravado, diciéndole:
- Tu esclavo Menón, ese que viene hacia aquí con sus labios pintados y con un látigo en la mano... ¿sabe matemáticas?.
A lo que el filósofo alterado le contesta:
- No, hombre, ¡qué va a saber!. Es mi criado, un esclavo de la casa. No piensa ni nada. Solo sirve para lo que sirve en su condición de patovica helénico.
Entonces Sócrates (que en los diálogos de Platón es siempre el portavoz), le empieza a hablar a Menón:
"Vamos a ver, hermoso niño, deja ese látigo a un costado y escucha esto que te describo; Imagínate tres líneas rectas... -y el hermoso niño se las imagina y así sucesivamente, a fuerza de preguntas bien hechas, va sacando de sí mismo y dirigiéndolo hacia el hermoso niño toda su geometría-. Y dice Sócrates: ¿Veis?, todo esto Menón no lo sabía y ahora... ¡lo sabe!. Lo ha recordado del tiempo en que vivía como un alma desnuda y con los labios pintados en el Topos Uranos...".
2010, Juan Carlos Vecchi.
Olavarría, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
MUCHAS GRACIAS, querido hermano Songo... genial esa imagen que acompaña al fragmento publicado.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte para vos y todos.
"Hecho en Veraguas", "monte adentro", jeje... Le da una mística especial, bajo un aguacero, como de los tiempos jurásicos...
ResponderEliminarAbrazos - de vuelta a la ciudad -
Ay Juanca... Juanca. Haceís que mi sorpresa no decaiga nunca. Un abrazo.
ResponderEliminarSongo: gracias por contarme sobre ese genial "Monte adentro"; muy bueno y lo sospecho como trilobite fosilizado y luego... fosforizado, eh :O)
ResponderEliminarVitorio: gracias por contarme y alegrome, cumpita; que si perdemos la habilidad de asombro... tamos muertos, che :O)
Un abrazo y se me cuidan...
Y la reminiscencia, donde aparece?
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