domingo, noviembre 14, 2010

Destinos Circulares - Lissete E. Lanuza Sáenz


La primera memoria y referencia que tengo de LISSETE LANUZA fue en el año 2005, a razón del Congreso de Escritoras y Escritores de Centroamérica, convocado por la Asociación de Escritores de Panamá con el apoyo de la Universidad Tecnológica de Panamá, al cual apoyó con su dinamismo, demostrando gran templanza y empuje a pesar de su juventud. Para ese entonces, ya era egresada del Diplomado de Creación Literaria (2004), y en los últimos años ha venido trabajando sistemáticamente en su arte creador, en los Talleres de CARLOS WYNTER, destacándose en varios concursos literarios, estudiando, escribiendo, viajando, viviendo.

Con sumo placer recibí la noticia de que AL FIN ha sacado su Opera Prima, llamada "Destinos Circulares" (Panamá, 2010), publicado por 9Signos Editores.

De dicha obra comparto la siguiente muestra, merced a la propia autora.

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Suciedad

El sonido de la puerta interrumpe el pasmoso silencio que ha comenzado a acurrucarse en el pequeño apartamento. Un rayo de luz y una persona son los causantes del ruido, y al mismo tiempo de la claridad que el reflejo de la luz que por primera vez en este día encuentra su camino hacia las superficies inmaculadas de este pequeñísimo espacio, deja en la antes lúgubre habitación.

La alfombra es crema, y los muebles una combinación de colores pasteles que parecen desafiar la suciedad. Una mujer, inmaculada de blanco, deposita su cartera en una de las pequeñas mesitas de la sala, y luego continúa su marcha hacia el cuarto, sin interrumpir el cuidadoso balance del lugar.

Una vez ahí, se deshace lentamente de sus ropas, que caen al piso sin dejar manchas, tan limpias como su dueña, y luego se dirige a la ducha, donde, como cada noche, sostiene entre sus manos el estropajo y se prepara para restregarse hasta que sangre, tratando de deshacerse del olor de él que se mezcla con su piel, y de la sensación fantasma de sus dedos contra la piel, sabiendo perfectamente que mañana estaría aquí, en el mismo lugar, tratando otra vez de deshacerse del recuerdo de él, que nunca la abandona.

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Descubrimientos

- ¿Cómo no voy a reclamarte, si sabías la verdad desde el principio y nada hiciste al respecto?
El peso de la culpa empapaba la habitación, dejando una estela de resentimientos que hacía difícil respirar. Cada segundo parecía empeorar la situación. El silencio se extendía – y nadie parecía estar dispuesto a romperlo. Romperlo significaba pedir perdón. Y pedir perdón significaba, de alguna manera – aceptar la culpa.
̶ ¿No vas a decir nada?
Unos ojos café la siguieron, pero el dueño permaneció callado.
Las lágrimas se deslizaron, silenciosas. La traición era impensable. Ella había confiando en él – más que en nadie. Nunca pensó que sería capaz de ocultarle algo así. Y no solo ocultárselo…sino mentirle… ¡en su cara!
̶ ¿Cómo pudiste? ̶ preguntó, mientras su voz se quebraba.
̶ No quería hacerte daño.
̶ ¿No querías hacerme daño? ¡Y no pensaste que sería peor cuando saliera a la calle y me gritaran CALVA!

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Decisiones

Es divertido, reflexionas, mientras tus ojos siguen el casi imperceptible movimiento de sus sandalias blancas golpeteando el piso, un tic que se manifiesta cuando está nerviosa, como tú bien sabes.

Es divertido, te repites, dejándote hipnotizar por el sonido de sus tacones contra el pavimento, aunque para ser realmente sincero no le encuentras la diversión al asunto. Más aún, podría decirse que la situación te llena con una rabia increíble, cambiante, que comienza como un sonido sordo martillando dentro de tu cabeza para luego disminuir hasta un vacío frío y profundo en el que poco a poco van desapareciendo tus sentimientos.

Quizás es una estupidez, razonas, pero no es la primera vez que sucede, y lo que antes has dejado pasar con un gesto de despreocupación y una sonrisa comprensiva hoy parece calar hasta tus huesos, un frío ancestral recorriendo tus entrañas mientras lágrimas silenciosas se detienen sobre tus mejillas, sin atreverse a caer.

No es nada tan serio, te dice esa vocecita que viene de muy adentro, aquella que muchas veces te ha llevado a disculparla, a aceptarla de nuevo cuando hacerlo parecía una soberana estupidez. Bien podrías perdonarla, continúa esa parte de ti que no tiene orgullo, porque ama incondicionalmente.

Pero ya la has perdonado muchas veces, te rebates a ti mismo, cansado de escuchar a la parte buena de ti. Innumerables veces has pisoteado tu orgullo para dar el primer paso hacia una reconciliación que ella no se merecía. Y hoy, un día cualquiera en la larga cadena de días que has pasado a su lado, de repente, ya no aguantas más.

Quizás lo más chistoso de todo es que casi puedes predecir su reacción, así como puedes decir con absoluta certeza cuál sería la tuya si fueras a dirigirte hacia ella, como tantas veces has hecho. Tus manos se posarían sobre las suyas, y con un temblor ella se lanzaría a tus brazos, mientras de tus labios surgirían palabras de alivio y aceptación.

Ella prometería no volver a hacerlo, y tú, ciego, le creerías, una vez más pondrías tu corazón en sus manos con absoluta confianza, así te enseñaron a amar después de todo, y nuevamente serías pisoteado.

La repetición de hechos se ha vuelto tan cargante, tan gastada, que hasta pareciera que te ha convertido en un adivino, capaz de predecir el futuro. Tu padre diría que ha hecho de tí un cínico, y no estaría lejos de la verdad. Después de todo, sólo un cínico sería capaz de encontrar diversión en el asunto.

Te concentras de nuevo en sus sandalias blancas, tac tac, tac tac contra el gastado piso de asfalto. Es un sonido que se manifiesta cuando está nerviosa, te repites a ti mismo, y mientras lo haces, tus manos se aferran al frío metal del banco que te sostiene. Tac, tac – Es porque no se siente cómoda, claro, te dices a ti mismo. -- Si lo estuviera, no tendría los pies cruzados así, claro…tac, tac, debe ser un sonido de lo más irritante – y de repente estás de pie.

Es un paso tan monumental en la historia que casi esperas oír el sonido de tambores repicando con una melodía victoriosa. Estás de pie, después de todo, no sollozando contra sus faldas, ni aferrado a sus impecables sandalias blancas. Estás de pie, observando el suave movimiento de su rubia cabellera, y has caído en cuenta, por fin, de que no tienes ninguna intención de caminar hacia ella.

Levantas un poco la cabeza, te permites el lujo de observarla, de memorizar el color de la luz reflejado en su cabello, la curva de su cintura y el casi imperceptible temblor de su mano derecha. Por un momento casi te convences a ti mismo de que esta vez será ella la que se levante, ella la que dé el primer paso, pero la ilusión pasa pronto, y minutos después todavía estas ahí, de pie, mirándola.

Tú caminas hacia ella, y se abrazan, pero no viven necesariamente felices para siempre. Así es la historia, pero como tú ya sabes cómo termina haces la única cosa que puedes hacer, te volteas y caminas hacia el lado contrario. Ya va siendo tiempo de buscar tu final feliz, después de todo.

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Lissete E. Lanuza Sáenz (Panamá, 1984) es abogada graduada en la Universidad de Panamá. Egresada del Diplomado en Creación Literaria de la Universidad Tecnológica de Panamá (2004). Sus cuentos han aparecido en la revista Maga y en los libros colectivos "Soñar despiertos" (Panamá, 2006) y "Taller de Escapistas" (Panamá, 2007). En 2010 publica "Destinos Circulares", su primer libro de cuentos. Recibió Mención Honorifica en el Concurso Nacional de Cuento José María Sánchez 2010.

2 comentarios:

  1. Me gusta... la capacidad de detalle de su escritura dándole una atmósfera de múltiples resonancias... también hay frases municipales (pero toda obra tiene errores) ...sin embargo estos textos tiran hacia otra cosa y eso es lo bueno...

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  2. Exactamente, el futuro se extiende irreverente, ante nuestros ojos, Alexander

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