domingo, abril 04, 2010

Fernando Iwasaki


De AJUAR FUNERARIO

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Ya no quiero a mi hermano

«CARLITOS ESTÁ AQUÍ», dijo la médium con su voz de drácula, y de pronto se transformó y puso cara de buena. Entonces mamá le hizo muchas preguntas y el espíritu respondía a través de la señora. Seguro que era Carlitos porque sabía dónde estaba el robot y cuántas monedas había en su alcancía, dijo cuál era su postre favorito y también los nombres de sus amigos.

Cuando la médium nos miró haciendo las muecas de Carlitos papá empezó a llorar y mamá le pidió por favor, por favor que no se fuera. Las luces se apagaban y encendían, los cuadros se caían de las paredes y los vasos temblaban sobre la mesa. Me acuerdo que la señora se desmayó y que una luz atravesó a mamá como en las películas. «Carlitos está aquí», dijo con cara de felicidad.

Desde entonces hemos vuelto a compartir el cuarto y los juguetes, el ordenador y la Play-Station, pero la bicicleta no. Mamá quiere que sea bueno con Carlitos aunque me dé miedo. No me gusta su voz de drácula. Y además huele a vieja.

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La muchacha nueva

NINGUNO DE NOSOTROS quería que viniera la muchacha nueva. Todas son iguales. Todas nos cuentan historias espeluznantes cuando papá y mamá salen. Todas nos clavan los alfileres del miedo en los ojos desvelados.

Luzmila decía que sus amigas del orfelinato eran malísimas. A una la abofeteó el diablo, a otra la perseguían almas en pena y hasta hubo alguna que no podía comulgar porque la hostia se le incendiaba antes de recibirla. Nosotros rezamos para que la botaran y entonces vino Juvencia. Juvencia había nacido en las montañas, donde las brujas roban a los niños para hervirlos en ollas negras y donde hay fantasmas que provocan vómitos de sangre a quienes rozan con sus cuerpos de telarañas. A Juvencia la acusamos y así llegó la Guillermina. Guillermina era mala porque desenterraba muertos para robarles los dientes y preparar sus venenos. En su cajón tenía los muñecos de todos nosotros para ahorcarnos en cualquier momento y una noche la vimos invocar al diablo con una calavera. Mamá nunca supo cómo desapareció y a nosotros nos daba miedo decirle la verdad.

Esta noche nos quedaremos solos y la muchacha nueva nos ha amenazado con sus historias, pero no la vamos a escuchar. Todavía tenemos la calavera y le pediremos al diablo que también se la lleve.

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El horror en los sueños

HAY PESADILLAS QUE nunca nos abandonan y que envejecen con nosotros, añadiéndole al terror primigenio los temores de la edad, las heridas del amor y el dolor de la experiencia. De niño soñaba que me seguía un hombre con las manos en los bolsillos y que esas manos delataban su naturaleza monstruosa: patas de pollo, dedos de lombrices o hierros retorcidos. Con los años aquel hombre ha cambiado muchas veces de rostro, espantándome de nuevo con su horror antiguo. Otra pesadilla es la de la mujer que se ríe bajo la máscara china. De niño me aterraba ignorar quién era y ya de mayor me inquieta sospechar quién es. Pero la peor es la del leprosorio: cuando era niño descendía a la cueva para ayudar a Ben-Hur a encontrar a su madre, temiendo en realidad descubrir a la mía. Ahora en mis sueños le pido a Judá Ben-Hur que baje solo, porque sé que mi madre se pudre ahí abajo y no deseo que salga.

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FERNANDO IWASAKI CAUTI (Lima, Perú, 1961): Es narrador, ensayista, crítico e historiador.
Es autor de las novelas Neguijón (Alfaguara, 2005) y Libro de mal amor (RBA, 2001), y de los libros de cuentos España, aparta de mí estos premios (Páginas de Espuma, 2009), Helarte de amar (Páginas de Espuma, 2006), Ajuar funerario (Páginas de Espuma, 2004), Un milagro informal (Alfaguara, 2003), Inquisiciones Peruanas (Páginas de Espuma, 2007), A Troya, Helena (Los Libros de Hermes, 1993) y Tres noches de corbata (AVE, 1987). Como ensayista es autor de rePUBLICANOS (Premio Algaba de Ensayo, 2008), Mi poncho es un kimono flamenco (Sarita Cartonera, 2005) y El Descubrimiento de España (Nobel, 1996), y sus crónicas han sido reunidas en La caja de pan duro (Signatura, 2000) y El sentimiento trágico de la Liga (Premio Fundación del Fútbol Profesional, 1995).
Es editor de la antología mexicana del cuento andaluz Macondo boca arriba (UNAM, 2006) y co-editor con Jorge Volpi de la edición comentada de Edgar Allan Poe, Cuentos Completos (Páginas de Espuma, 2008). Sus relatos han sido recogidos en varias antologías de España y América Latina, y su obra ha sido traducida al ruso, inglés, francés, italiano, rumano y coreano.
Durante los años que ejerció como historiador fue profesor universitario en Perú, investigador en el Archivo de Indias de Sevilla, investigador en el Archivo Secreto del Vaticano y profesor invitado en diversas universidades de Europa y América. Es autor de Extremo Oriente y Perú en el siglo XVI (Fundación Mapfre, 1992) y del ensayo historiográfico Nación Peruana: entelequia o utopía (Crese, 1998), coautor de El comercio ambulatorio en Lima (ILD, 1989) y editor de Jornadas contadas a Montilla (1996) y Francisco Solano, proceso diocesiano (2000), así como de diversos estudios acerca de los procesos de inquisición y de santidad en Lima colonial, gracias a los cuales obtuvo en Nueva York el Conference on Latin American History Grant Award (1996).
Ha sido profesor titular de historia en la Universidad Católica del Perú y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad del Pacífico de Lima. Ha dirigido el área de cultura de la Fundación San Telmo de Sevilla (1991-1994) y fue director de la Fundación Alberto Jiménez-Becerril contra el Terrorismo (1998-2001). Ha sido columnista de Diario 16 (1989-1996), El País (1997-1998) y La Razón (1999-2000).
Desde 1989 reside en Sevilla, donde es columnista del diario ABC, director de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco y director de la revista literaria Renacimiento.

2 comentarios:

  1. Gracias por colgar esta buena literatura de Iwasaki un escritor sin electricidad, por eso lleno de fantasmas...
    y que sus libros no se encuentran en Pmá

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  2. Saludos Maestro,
    Por allí trato de meter algunos fantasmas "internaturales".
    De "Iwa" y demás!

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