domingo, noviembre 21, 2010

León A. Soto sobre la obra de Justo A. Facio


"MIS VERSOS"

Cuando alguien me dijo que Facio, era un compatriota que reside hace algún tiempo en Centroamérica, mi simpatía se hizo mayor por el autor de "Mis Versos" a quien ya conocía de tiempos atrás por el marmóreo Justo A. Facio.

Ignoro si será o no cierta la noticia de que Facio es un compatriota, mas sea de ello lo que fuere, es lo cierto que como a tal le quiero, porque los que perseguimos un mismo ideal tenemos una misma patria aun cuando hayamos nacido en el Japón los unos y en Argentina los otros.

Pero basta ya de prólogo, que voy a exponerme a que cualquier mal intencionado diga que el juicio que de "Mis Versos" voy a hacer es apasionado y ... ¿juicio dije? No tal. ¿Cómo hacer el juicio de la obra de un sacerdote del arte, yo, humilde y oscuro monaguillo de ese augusto templo? ¡Oh, no! Yo no haré un juicio; como buen monaguillo, no haré sino repicar fuertemente las campanas para que acudáis, todos, devotos del arte, a presenciar el sacrificio.

***


Facio, es un parnasiano, pero no de los que dicen que la Venus de Milo es bella porque no tiene alma. Más claro: no es de los que creen que el arte está, solamente, en el empleo de frases adecuadas en el de "ridiculeces y extravagancias adorables" y en la impecabilidad de la forma.

Miremos como en precioso mármol talla el busto de una mujer que es aun casi una niña, es decir, de una niña que es ya casi una mujer:

En el linde vital en que floreces
donde sus formas la niñez aleja
tu joven cuerpo de mujer semeja
un botón de apretadas redondeces.


¡Magnífica estrofa! Al escucharla diríase que se arrodilla el alma para presenciar la sublime y lenta metamorfosis: el cambio de la niña en mujer. ¡Cómo se adivina el apretado capullo abriéndose lentamente en flor! ¡Cómo, la crisálida que se esponja suavemente pugnando por romper su cárcel de vida para volar convertida en mariposa!

¡Y cuánta delicadeza para pintar el hastío de una criatura aburrida sin saber de qué, hay en estos otros versos:

"Tu pensamiento lánguido reposa
como, ajena al reclamo, la avecilla
y miro en ti la dejadez sencilla
de una diosa cansada de ser diosa".

Y cuán vaporosa es aquella
mujer a cuyo lado se convierte tranquila,
"las ansias palpitantes y sernas
en mariposas de fulgor risueño".

"Porque es
----- en el reino del pecado
para la mente mundanal apenas
el emblema de carne del ensueño".


Y no copio más estrofas de los Medallones porque para dar mayor muestra de las mejores tendría que copiarlas todas y el espacio de que dispongo es corto.

En "Sonetos grises", Facio deja el cincel con que tan primorosos bustos de mujeres ha tallado, y toma entonces la pluma que moja en tinta negra, muy negra, y canta entonces a todo lo gris, a todo lo triste: al odio, al hastío, al tedio, al disgusto.

Y he aquí al Facio parnasiano convertido en el Facio subjetivo, mas sin dejar por eso de ser siempre el exquisito, el príncipe:


Pasó también tu simple desvarío
que también el amor tiene su ocaso
y al apurar con ansiedad tu vaso
encontrar en tus labios el hastío

Hoy sientes en tí misma que el desvío
el nudo afloja del amante abrazo
y que deshecho el inseguro lazo
libre quedó tu corazón del mío.

Cedamos a la fuerza que nos guía
y del cándido y torpe fingimiento
ya sin zozobra nuestro labio ría:

Bajo la ley fatal que nos gobierna
es vario y tornadizo el sentimiento
y su mutable condición eterna.



¡El ajenjo! ... ¿Qué decir de el ajenjo que no se incurra en ridículo plagio sabido, como es, el sin número de aplausos que ha alcanzado? Quién, ante un vaso de ajenjo, después de haber tomado algunos sorbos de ese verdoso líquido, no ha sentido bullir en el cerebro aquellas estrofas:

Mirad sus verdosas ondas
en sus húmedos reflejos
brilla la inmóvil pupila
de un gato que soñoliento
como una esfinge, despide
el encanto del misterio.

Tiene el matiz de verdea
en las venas de los senos,
en carne de porcelana
bajo las blondas erectos,
de las pálidas princesas
habitadoras del hielo...

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El derrama la alegría
en nuestro mísero seno
cuan baja como sombra
a nuestras frentes el tedio;
pone en la mirada el brillo
en los labios pone besos,
y en la ternura del alma
fuerza de locos efebos.


Del Werther no puedo resistir al deseo de copiar las dos siguientes estrofas:

En mis horas oscuras de remembranza
tú cobijas mis ansias y mis reveses
bajo la sombra triste de una esperanza
semejante a la sombra de los cipreses.

............................
............................

Deshojada la rosa de casto ensueño,
en silencio que finge triste bonanza,
deshechas con orgullo, porque es pequeño,
el placer enfermizo de la esperanza...



Aquí está Casal, digo Facio. La musa del malogrado poeta cubano, desposada en segundas nupcias con Facio, sigue, sigue siempre cantando sus tristezas, ¡Oh buena musa! ¿Quién la heredará cuando Facio muera?...

¡Ah! ... nuestra juventud, la juventud de nuestro siglo que aun no ha llegado a los veinte años cuando ya tiene que acudir al ajenjo para ahogar entre sus verdosas ondas todo lo gris, todo lo triste: el odio, el hastío, el tedio, el disgusto! ..

El Mercurio, 20 de febrero de 1895

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Tomado de LEÓN A. SOTO - OBRA SELECTA (Verso y Prosa), Academia Panameña de la Lengua, 1974
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León A. Soto, nacido el 11 de abril de 1874, murió por una brutal paliza, el 22 de febrero de 1902, cuando aun no cumplía los 28 años.

Este artículo lo escribe con 20 años cumplidos. Soto no estaba seguro, pero resulta que Justo A. Facio (1859-1931) sí era su compatriota. Nacido en Santiago de Veraguas, se radicó en Costa Rica, pero es muy recordado en Panamá, ya que fue el Primer Rector del Instituto Nacional.

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