J u n k i e l a n d
Junkieland era una ciudad que por su vasta asamblea de Alicias y Dulcineas, las unas atormentadas y las otras alucinantes, estaba situada en una esquina de la aurora boreal. El pintor dilucidaba (entre sus goces: Tormentas de etanol, cannabis y un rayo de cristales incas) que la lluvia de ácidos también desangraba asteroides en la cuna del sol. Una tarde, al cantar del gallo, vio que la muerte estaba esperando a que los colores se terminaran. Urgido por los violetas, los rojos y los azules del horizonte, decidió que la vida debería tener algo distinto e inventó los cerdos y las rosas, como una pirámide de orgías que ascendían hasta el cielo y la muerte murió (¿?) de ansiedad. Fue después del velatorio que se vio “en el reflejo de las botellas”. Los ángeles aullaban un infierno en su paleta de colores, y es así que Junkieland se convirtió en la capital de los pecados.
---
De Relatos y contracciones, Magdiel Midence, Honduras, 2017
Diseño de portada: Legan Rooster
Edición: Edilberto González Trejos
No hay comentarios:
Publicar un comentario